A Coruña
se le ve el ombligo,
se le olvidó
que es
como el vino:
mejora con los años.
También,
que su gusto
en el paladar
es dulce,
cremoso,
pero no muy seco.
Su aroma es
inconfundiblemente
gallego:
te deja
con preguntas
por respuesta.
Después de verla
te acostumbras
al sabor,
luego,
te das cuenta:
es única.
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