Ficus Magnificus

Disculpad por escuchar antes de hablar,
pero como dice el dicho:
“…Más se aprende escuchando,
que en pensar qué responder…

…y la prisa por responder
en este mundo veloz de internet,
nos hace correr, y olvidar andar
incluso que un día, al mismo árbol
pudimos abrazar.

Después de, entre todos,
abrazar al Ficus Magnificus,
el fraternal abrazo ya pasó,
y ahora nos enfadamos
por ver si nuestros brazos
son iguales, o son reatazos
de la unión del momento que pasó.

Mientras lo cortan,
y se nos cae encima,
nos preguntamos:

¿De dónde viene el árbol?
¿Tendremos que hacer algo?
¿Podremos soportarlo?

Mientras nos aplasta
a nosotros, a nuestro hogar, nuestras casas
el bosque entero es talado

y cuando talen el último,
nos daremos cuenta
¡que el dinero no se puede comer!
y esto, que ¡ya lo sabemos!
es su sentido lo que compartimos…

Solución:

O nos ponemos un paraguas, o un collarín
(por lo de no levantar la mirada al cielo)
o terminaremos olvidando que al final
es igual que en el big-bang:

hubo un momento, en el que todos
estuvimos en el mismo espacio-tiempo
tuvimos el mismo sentimiento dentro:

pusimos nuestra manos,
junto con las de otros extraños
(que no lo eran tanto, porque todos nos tocamos)
y tuvimos un mismo sentimiento.

Después de este momento único
cada uno empezó a divagar
por la inmensidad del universo…

perdidos… olvidados…
volando… fantaseando…

olvidando el calor
que aportan la manos unidas,
que como las estrellas,
que brillan,
por los corazones que las albergan.

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