Juan Perico y su Borrico I

Menudo tuercebotas
¿Qué pintas aquí? ¿No ves que sobras?
Tres son multitud. Suficientes tres,
somos ella, yo, los dos.

Dirás lo que quieras, pero, venir para hablar
cinco minutos… ¡Si puedes hacerlo por teléfono!
Es porque necesitas su compañía y mirar sus ojos,
¡sus preciosos y verdes ojos!

Los verás. Te atraparan, igual que me hacen a mí,
pero a ti, te atraparon, y no te dejaron crecer.
Te dejaste caer en la red de la araña cosquillera,
que es la taquillera, la tabaquera, la estanquera
que no te deja crecer con creces.

¿O quizás, es tu mollera, tu colleja, o lo vieja
de tu virtud mental anclada en un pasado irreal?
Es amor platónico ideal, la idealización canónica,
de lo que es para ti el amor: Eres su hermano mayor.

Entiendo lo que haces. Yo fui tú, y ahora,
me veo con perspectiva, hablándome en pasado-futuro-presente.
Sin estar demente, subí a mi azotea con el ascensor
de lo que compartí con la gente. Aun así, yo crecí,
cosa que en ti, no veo, y creo, que de momento no harás.
Te quedarás anclado en tu futuro-presente-pasado.

Crece. Deja atrás todo, porque, de altísimos egoístas
está lleno el mundo, como de grandísimos tuercebotas
que tienen en mente, una historia satírico-cómica
de ciencia ficción, de amor platónico romanticón.

Prefiero el amor socrático, o el existencialista de Kierkegaard;
puede que uno urbano, rural, o real, el que sea, que más da…
No sé si lo encontraré, en ella o en los dos: ella y yo.
¿Pero tú? Tú sobras, ¿es que no lo ves?

La próxima vez, sobrarán las palabras,
doblarán las campanas al silencio de tu corazón,
que en su sinrazón, te harán romper con todo, y espero,
que no manche lo que hay en tus botas al andar.

Saca el ancla de donde está, navega en tus propios mares,
encuentra allí lo que buscas y luego, compártelo con quien sea,
con Adán o con Eva, ¡a mi me da igual! pero, ¡aclárate ya!
igual que lo hago yo, entre líneas de este poema burlón.

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