Todo lo atrasado vino de repente,
las deudas también y al ponerlas al día,
puedo dar mucho más de lo que creía.
Me enseño bien a mi mismo: como vivir;
como sentir el saber: “hazlo tu mismo”.
Consigo reencontrar la ley natural
y dejar salir la voz de la garganta,
como si fuera el aguijón del escorpión
que más que envenenar, consigue despertar
las ganas de seguir bien firme adelante
y aunque nadie escuche estos mis pensamientos,
el viento responderá susurrándome.
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